Everett Finch, el prestigioso escritor norteamericano, llega a la España de 1967 huyendo de las distracciones de Manhattan y se encuentra con Calypso, una casa encaramada sobre una cala del Mediterráneo. Everett se enamora del lugar de inmediato y decide quedarse para acabar su novela. Pero escribe algo más: cuatro cartas que envía a su marido en Nueva York.
Calypso recopila esas cartas en las que unos cuantos individuos desubicados flotan en la calma chicha del verano del 67, inmunes a las mareas de un franquismo que no sabe que está muerto. Un verano de tocadiscos que nunca se detienen, telegramas, visitas, adolescencia, baños en el mar, largas charlas y litros de gin-fizz.
Tennessee Williams visitó Barcelona en 1951; después escribió una historia en la que unos muchachos españoles devoran a un atildado diletante americano en una playa española. Truman Capote acabó A sangre fría en la Costa Brava, donde también recibió la noticia de la muerte de su amiga Marylin Monroe; fue en 1962. En 1967, Everett Finch puso un cable desde Alicante a Nueva York para que le enviasen su vieja máquina de escribir Smith Corona y el manuscrito inconcluso de su nueva novela.