Una obra maestra de la sátira política -empapada en vodka y desternillante- sobre el ocaso de un Vladímir Putin senil en un futuro ya muy cercano...
Vladímir P envejece a marchas forzadas aislado en un mundo poblado por los recuerdos de sus años en el poder. Para desprenderse del antaño todopoderoso gran líder con todos los honores (y horrores), y no levantar sospechas entre sus súbditos sobre su difícilmente disimulable demencia senil, se le invita con sumo tacto a pasar el resto de sus días confinado en una suerte de exilio vacacional entre los muros de su lujosa dacha, al atento —y todo menos desinteresado— cuidado de su personal doméstico. Tan solo el bueno de Sheremetev, enfermero que le atiende a todas horas, ignora que el resto del personal está valiéndose de todos los medios a su alcance para sacar provecho de la riqueza amasada por su patrón. Pero cuando el fiel enfermero, inasequible a las corruptelas de palacio, se ve imperiosamente obligado a reunir, con suma celeridad, una importante suma de dinero para sobornar a un fiscal o, de lo contrario, resignarse a ver cómo su subversivo sobrino se pudre sin remedio en la cárcel, el avispado chef de la dacha le descubre las irresistibles tentaciones del secreto mundo de las comisiones que se mueve a su alrededor...
Michael Honig se licenció en Medicina y prestó sus servicios como cirujano en varios hospitales universitarios de Londres. Es autor de otra novela, Goldbaltt’s Descent, con la que se consagró como maestro de la sátira. Vive en Londres con su mujer y su hijo. Esta mordaz y distópica sátira de escalofriante actualidad, en cuya denuncia de la corrupción no escasean las alusiones a elecciones amañadas, viejos camaradas caídos en desgracia, aspirantes al trono del Kremlin, periodistas asesinados, disidentes encarcelados, miles de millones en comisiones, etc., acaso pueda antojarse tanto o más hiperrealista y verosímil que cualquier obra rusa del género que ose versar sobre tan delicada materia —por no haber sufrido el impío azote (con frecuencia literal) de la censura que se gasta en la estepa—. A la manera de Orwell en la granja revolucionaria, la dacha —en no muy distante futuro— se nos revela como un turbio retablo costumbrista en cuyo microcosmos se da cuenta de todos los males que afligen a la Rusia actual.