Bajo las laderas del monte Druckerschwärze se halla el Sultanato de las doce mil siglas y de los mil seiscientos acentos circunflejos, conocido por atraer a científicas e inventores en busca de inspiración. Como Monsieur Petrantoni, que se aventuraba cada tarde por los estrechos callejones del barrio Gutenberg para rastrear en sus recónditas librerías. Allí husmeaba entre los más antiguos volúmenes en su perpetua cacería de imágenes.