Un clásico del humor inglés y una de las más inteligentes y divertidas sagas de la literatura policíaca
Insigne defensor de las causas perdidas, Horace Rumpole es un abogado adorable, un hombre de altos ideales y de gran sentido común, que fuma cigarros malos, bebe un clarete aún peor, es aficionado a los fritos y a la verdura demasiado hervida, cita a Shakespeare y Wordsworth a destiempo y, generalmente, se decanta por los casos desesperados y por los villanos de barrio. Excéntrico y gruñón, lleva años abriéndose paso en las salas de justicia londinenses, mientras brega en casa con su terca mujer, Hilda, a quien él apoda «Ella, La que Ha de Ser Obedecida», en un particular universo donde el sarcasmo, el humor y la intriga se mezclan a partes iguales. Al modo de P. G. Wodehouse, John Mortimer construye en sus narraciones un universo demoledor y sarcástico al más puro estilo British.
John Mortimer
Estudió leyes en Oxford y se convirtió en uno de los más grandes defensores de la libertad de expresión, entre cuyos clientes figuraban la actriz porno Linda Lovelace y el grupo punk The Sex Pistols. En 1975, la creación del carismático personaje de Horace Rumpole, basado en la figura de su padre, le consagró como uno de los más corrosivos escritores de su tiempo. Llevó a la pequeña pantalla Retorno a Brideshead, de Evelyn Waugh. Aficionado a la buena vida, «un socialista del champán», se casó en primeras y breves nupcias con la novelista Penelope Mortimer, que hizo de su tormentoso matrimonio el tema de la magnífica El devorador de calabazas. Padre de ocho hijos, infatigable enemigo de Margaret Thatcher, es autor de las célebres Rapstone Chronicles, formadas por Un paraíso inalcanzable (1985), El regreso de Titmuss (1990), ambas publicadas por Libros del Asteroide y The Sound of Trumpets (1998). John Mortimer recibió en 1997 el título de sir a instancias del Gobierno de Blair, un político a quien apoyó fervientemente y llegó a odiar. Murió en 2009 en su casa de The Chilterns, después de una larga enfermedad.
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