Una versión ilustrada de Mein Kampf realizada por un superviviente del Holocausto que, mediante caricaturas grotescas, consigue desnudar la sinrazón del propio texto, desarmándolo por completo en un uso del humor controvertido, inteligente y eficaz
Una pequeña joya del antifascismo gráfico realizada desde el exilio argentino por el artista alemán Clément Moreau, el cual tuvo que escapar del país precisamente a raíz del ascenso de Adolf Hitler al poder. En esta obra, publicada originalmente en 1940 en sendos diarios porteños [Argentinisches Tageblatt y Argentina Libre], Moreau disecciona al personaje a partir de citas extraídas del propio libro, buscando “desenmascarar la naturaleza brutal, sangrienta e irracional de Hitler a través de su propia elocuencia exasperada y egocéntrica, analizarla a partir de sus propias palabras: ex ore tuo te judico”.
En las más de sesenta viñetas que componen esta versión ilustrada de Mein Kampf asistimos a la evolución grotesca del personaje de Hitler, desde su niñez hasta sus más dramáticas consecuencias. Una llamada de atención ante los peligros universales de los regímenes opresores.
CARL MEFFERT –nombre de nacimiento de Clement Moreau– nació en 1903 en la ciudad alemana de Coblenza. Criado en el seno de una familia desestructurada, pasó varios años de su infancia en distintas instituciones asistenciales para menores, sufriendo desde su juventud todo tipo de dificultades, como la condena a prisión por delitos políticos. Hacia 1927 dio comienzo su formación artística como aprendiz de Käthe Kollwitz y, a lo largo de diversas estancias en París o Berlín, frecuentó a figuras de la talla de Georg Grosz, John Heartfield, Emil Orlik o Frans Masereel. El ascenso de Adolf Hitler al poder le obligó a vivir en la clandestinidad. Huyó inicialmente a Suiza, donde adoptó su nuevo nombre conservando únicamente sus iniciales–, y ya en 1935 partió hacia el exilio en Argentina, estableciéndose allí junto a su mujer durante veintiséis años. La mayor parte de su obra gráfica se desarrolló por tanto en el exilio, donde Moreau tuvo además que lidiar con las dificultades sociopolíticas del país, dando como resultado una de las trayectorias más sugerentes y comprometidas de su tiempo. En la última etapa de su vida regresaría a Europa, falleciendo finalmente en Suiza en 1988.
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