Un hombre llamado Berg, que cambió su nombre por Greb, llegó a una ciudad costera con la intención de matar a su padre…
Con esta frase comienza la aclamada primera novela de Ann Quin, cuya obra se ha comparado con la de Samuel Beckett o Nathalie Sarraute. Alistair Berg, un hombre de mediana edad y personalidad obsesiva, descubre el paradero de su padre, del que hacía años que no tenía noticias pero que nunca ha dejado de estar presente en los comentarios de una madre sobreprotectora. Sin revelar su identidad, Berg alquila una habitación contigua a la que su padre comparte con Judith, una mujer mucho más joven que él con la que mantiene una relación bañada en alcohol y salpicada de discusiones. Así, en medio de una espiral de seducción y violencia, Berg tratará de llevar a cabo su propósito enfrentándose a unos personajes secundarios —un gato, un periquito, un muñeco de ventrílocuo y una madre omnipresente— tan absurdos como el humor con el que Quin configura esta obra maestra de la narrativa de vanguardia.
Ann Quin nació en Brighton en 1936. En 1964 publicó su primera novela, Berg, a la que siguieron Three, en 1966, Passages, en 1969, y Tripticks, en 1972. Procedente de una familia de clase obrera, fue una figura destacada dentro del movimiento de escritores experimentales británicos de la década de 1960. Poco después de la publicación de Berg, fue galardonada con la beca D. H. Lawrence y vivió dos años en Estados Unidos; allí entró en contacto con grupos hippies y experimentó con numerosas drogas. Después pasó un tiempo en Irlanda y Suecia, donde fue internada en un hospital psiquiátrico. De vuelta en Reino Unido, con una salud mental deteriorada, trabajó como secretaria. Las altas dosis de litio que se suministraba a diario mermaron sin duda su capacidad creativa, por lo que trató de reducirlas. Volvió a Brighton para estar con su madre y allí, una tarde de agosto de 1973, un pescador la vio quitándose la ropa y metiéndose desnuda en el mar. Una semana después se encontró su cuerpo en la costa. |