La aclamada autora de Los empleados nos trae un relato poliédrico sobre la lucha por la identidad en el túnel materno.
Esta es una novela sobre la maternidad, sobre cómo se experimenta y se plasma en el papel cuando una teme perderse en ella.
Las ansiedades del embarazo, el miedo a no estar a la altura, a no saber querer, a no saber cuidar. La extenuación física y emocional, el peso de la responsabilidad, las tensiones que afloran en la pareja cuando se impugnan los roles establecidos. También la inquietud ante la posibilidad de que el bebé nos absorba por completo, nos obligue a dejarlo todo atrás, frente a la que la escritura se convierte en dique e instrumento para aferrarnos a quienes somos.
Mi trabajo es un artefacto poliédrico, construido a partir de las entradas de diario, cartas, poesías y reflexiones de Anna, su protagonista, en un intento obstinado por construir una narración honesta y expansiva, que va y viene en el tiempo acumulando posibles comienzos, continuaciones y finales, como si se tratara de un trabajo todavía en bruto, en constante revisión.
Olga Ravn, que deslumbró en Los empleados con su exploración de las diversas formas de vida trabajadoras, firma ahora una novela que cuestiona la convivencia entre los diversos trabajos de una mujer.
Un libro valiente y radical que se pregunta —y nos pregunta— si pueden coexistir la escritora y la madre o si, en cambio, se acaban devorando la una a la otra.
Olga Ravn (Copenhague, 1986) es una de las voces más destacadas de la poesía y la narrativa danesas. Debutó en 2015 con Celestine, acogida con grandes elogios por parte de la crítica, a la que siguió cinco años después la novela de ficción distópica Los empleados (publicada en Anagrama en 2023), nominada al Premio Booker Internacional y al Premio Ursula K. Le Guin e incluida por la revista Time en su lista de lecturas imprescindibles de 2022: «Olga Ravn juega con el estilo en esta adictiva distopía que habla de la deshumanización y alerta de un posible futuro… Lo que brilla es un extrañamiento constante logrado con una variada gama de recursos literarios: descripciones objetivas, enumeraciones líricas, atrevidas elipsis, preguntas recurrentes… al servicio de unas voces perdidas en su vacío al estilo de Beckett» (Gonzalo Torné, El Mundo - La Lectura); «Una pequeña y contundente rara avis de, literalmente, otro planeta, un fantástico oscurísimo, algo parecido a una kubrickiana distopía laboral… Una sátira salvaje» (Laura Fernández, Babelia). En 2015, junto a Johanne Lykke Holm, fundó el proyecto Hekseskolen, un grupo de performance feminista y escuela de escritura experimental, y ejerce además como traductora, profesora y crítica literaria.