En un futuro, no muy lejano de nuestro presente, la ciencia médica ha logrado vencer a la muerte. Las pocas excepciones proporcionan el material para un nuevo programa de televisión dirigido a masivas audiencias ávidas de presenciar la muerte en directo de otras personas.
Cuando a Katherine Mortenhoe le comunican que tiene cuatro semanas de vida, sabe que no es solo su vida la que está a punto de perder, sino también su privacidad. A Katherine se le diagnostica una enfermedad cerebral terminal causada por la incapacidad de procesar un volumen cada vez mayor de información sensorial, y de inmediato se convierte en una celebridad para un público «hambriento de dolor».
Katherine no aceptará ser la estrella del programa, sus últimos días no serán grabados por ninguna cámara. Pero ella no sabe que, desde el momento de su diagnóstico, ha sido observada no solo por los productores televisivos, sino por un nuevo tipo de periodista sin cámara que la graba con su propio ojo que nunca parpadea.
Al igual que la trilogía MaddAddam de Margaret Atwood, Nunca me abandones de Kazuo Ishiguro y la serie de televisión Black Mirror, La continua Katherine Mortenhoe (1974) es un emocionante drama psicológico que analiza la naturaleza humana en un entorno tecnológico.
David Guy Compton (Londres, 1930). Sus padres, gente de teatro, delegaron el cuidado de su hijo a la abuela materna. Para poder escribir tuvo que dedicarse a los más variados oficios (cartero, vigilante, trabajador de un astillero…) hasta que logró vender sus primeros textos a la radio, la BBC. Trabajó también como editor para la Reader’s Digest Condensed Books y, paralelamente, empezó a escribir relatos de ciencia ficción. En 1968 se publica su primera novela, Synthajoy, aclamada por el público y apreciada por los grandes autores del género en Estados Unidos. A esta siguieron una docena de novelas más. La continua Katherine Mortenhoe fue llevada a la pantalla por Bertrand Tavernier en 1980 con el título de La muerte en directo.
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