Las vivencias de una maestra rural en el Canadá de los años treinta. El libro más tierno de Gabrielle Roy, la gran dama de las letras quebequesas.
Corría el año 1929 y Gabrielle Roy, con veinte años recién cumplidos, conseguía su primer trabajo como maestra en Cardinal, un pueblecito del Canadá occidental. De esas primeras experiencias surgiría, años más tarde, Los niños de mi vida, una maravillosa recopilación de historias de vida de sus alumnos. Por sus páginas veremos desfilar a Vincento en su primer día de clase, colgado de la pierna de su padre; a Clair, aplicado, tierno y demasiado pobre para poder ofrecerle un regalo de Navidad a su maestra; a Nil, el pequeño ucraniano cantor, o a Médéric, el preadolescente rebelde al que todos temen (y también el mejor buscador de riachuelos secretos de truchas).
Niños humildes de padres y madres granjeros, curtidores, limpiadoras, venidos de todas partes a ese rincón del mundo de campiñas remotas y denostados arrabales de ciudad.