Ya lo dijo el propio Jardiel en el prólogo a esta antinovela que tienen en las manos:
Hay que reirse de las novelas de amor al uso. Riámonos. Lancemos una carcajada de cuatrocientas cuartillas.
Y hemos pensado hacerle caso, aunque para reír con Jardiel no tengamos que esforzarnos. Para según qué cosas, habría que esforzarse menos. Si queréis los mayores elogios, moríos. Eso pone en su epitafio, pero hace bastante que Jardiel murió y no muchos van por allí gritando ¡viva!. Y deberían. Aunque eso contradiga la idea de esforzarse menos. Al fin y al cabo, y citemos de nuevo al autor, el que hace humorismo piensa, sabe, observa y siente, y quien lo entienda es persona inteligente.
Desplazado de los libros de historia y los manuales de literatura por su filiación política, como si eso tuviera algo que ver con la literatura, Jardiel Poncela es un grandísimo escritor de novelas, y todavía más grande y fino humorista. Este libro está a medio camino entre Nietzsche y Faemino y Cansado, y sin duda nos quedamos cortos.
Vamos a recuperar sus cuatro novelas más importantes. Jardiel ha vuelto.
Enrique Jardiel Poncela es uno de los principales nombres de la literatura humorística española de la primera mitad del siglo XX. Estudió en la Institución Libre de Enseñanza y en el Liceo Francés. Escribió desde muy joven, aunque se perfilaba para ser un autor “serio”. El comienzo de su fama se produce al colaborar en revistas, como “Buen Humor”. Muy joven abandonó la novela dedicándose a escribir teatro donde logró grandes éxitos. El público lo seguía fielmente, pero la crítica del momento no aceptaba una obra irónica, renovadora, que chocaba con el naturalismo reinante y era más cercana al humor del absurdo.
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