Romanticismo sucio. Es decir, el único romanticismo honesto.
Los textos de Ana Elena Pena confirman que el sexo es esa dulce enfermedad de la que no dejamos de enorgullecernos día tras día hasta el hastío.
Un grito contra el artificio, contra lo superfluo, contra ese barniz con el que tanto nos empeñamos en cubrirnos para seducir al amante de turno, limpiamente, sin dejar huella. Pero también es un manual para no claudicar; para no dejarse arrastrar por el delirante ciclón fast food que la propia sociedad impone barriendo todo resquicio de enigma, de singularidad, de magia que nos impulse a relacionarnos, pensarnos e imaginarios fuera de los dictados pornográficos del capital.
Con todo, una brecha de esperanza articula este pequeño libro, más pensado para ser mordido que para ser leído, en ser pensado pero también en ser sentido.