Sátira mordaz y aguda, esta obra se nutre de las vivencias de Rudyard Kipling en su época como periodista. El premio Nobel británico, buen conocedor de los engranajes mediáticos, teje una deliciosa historia donde se burla de la credulidad popular, pone el foco en los desmanes tanto del poder político como del judicial, y expone los efectos de la manipulación informativa.
Un grupo de amigos que viaja en coche son detenidos por exceso de velocidad, llevados ante los tribunales y obligados a pagar una elevada multa. Los desafortunados protagonistas se dan cuenta de que todo forma parte de un complot de los habitantes del pueblo para enriquecerse, y deciden ejecutar un elaborado plan de venganza. Gracias a la complicidad de un empresario teatral y a la caja de resonancia de los periódicos, la situación alcanzará niveles de puro delirio, salpicando incluso al mismísimo Parlamento.
Sátira mordaz y aguda, El pueblo que votó que la Tierra era plana se nutre de las vivencias de Rudyard Kipling en su época como periodista. El premio Nobel británico, buen conocedor de los engranajes mediáticos, teje una deliciosa historia donde se burla de la credulidad popular, pone el foco en los desmanes tanto del poder político como del judicial, y expone los efectos de la manipulación informativa. Temas que, a pesar de que ha pasado más de un siglo desde que se escribiera, siguen estando de plena actualidad.