"un ensayo filosófico que se parece bastante a una larga broma." _El País
La autora, en este pequeño ensayo de poco más de ciento treinta páginas, se embarca en un monólogo que ofrece al lector, y de paso a su propio hijo, las más variadas sabidurías de la vida mientras hace memoria de su tierra, de su familia y de las vicisitudes por las que pasan a lo largo del tiempo las relaciones personales.
Como si fuera la famosa novelista Fred Vargas, dice de sí misma: “No, no estoy escribiendo una novela policíaca, estoy ocupada, como un caballo de tiro, con la redacción de un compendio de verdades sobre la existencia que va a causar sensación, créeme”. Y, en efecto, ese es el resultado, aunque la sensación producida no se deba, exactamente, al propósito de transmitir una filosofía, sino a que el amor, la guerra o la religión son abordados aquí de una manera irreverente y disparatada, con un humor irónico y a veces sarcástico que consigue arrancarnos verdaderas carcajadas.